Página web de la Asociación Cultural "Sierra de Caldereros"

Cubillejo de la Sierra

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Historia

Los Pairones de Cubillejo de la Sierra

Los pairones son construcciones típicas del Señorío de Molina, de origen religioso. Son monumentos sencillos, realizados con piedra caliza de la zona y situados a la salida de los pueblos, dedicados a alguna advocación religiosa. Cubillejo de la Sierra tiene dos pairones, en devoción a la Virgen del Buen Suceso y a las Ánimas benditas.

Pairón del Buen Suceso

El pairón del Buen Suceso, construido en el siglo XVII, se ubica en el camino de Campillo y Hombrados, a unos cien metros del pueblo. Se conserva en muy buen estado, con su hornacina dedicada a la Virgen del Buen Suceso, siendo originales su cruz de hierro y veleta. Era lugar de encuentro cuando se celebraba la romería a la ermita de San Miguel, donde se juntaban los portadores de las banderas que salían en procesión hacia la ermita ya desparecida hace años. Se trata de un pairón monumental, de gran tamaño con respecto al resto de los existentes en toda la zona.

Pairón de las Ánimas

En la carretera de Molina de Aragón a la Yunta, en un cruce de caminos hacia las fértiles tierras cerealistas de Cubillejo, se ubica otro pairón, el de las Ánimas Benditas, cuyo sentido también es profundamente religioso, tanto como referencia de cruces de caminos como de sitio desde donde bendecir los campos y pedir una buena cosecha. De arenisca blanca, con sillería  bien trabajada y en perfecto estado de conservación, posiblemente data del siglo XVII. Se trata de un ejemplar muy puro, recientemente restaurado tras el robo de parte de su estructura superior, el cimacio y la cruz de hierro. 

Tanto en todo el Señorío de Molina como en distintas poblaciones de Aragón cercanas a la comarca, existen docenas de pairones, la mayor parte de ellos muy bien conservados.

El poblado de Los Rodiles

Al norte del pueblo, en un paraje denominado Loma Gorda, junto a la ermita de la Virgen de la Vega y el arroyo de la Vega, se asienta un poblado celtibérico de aproximadamente unas cinco hectáreas de terreno y que cuenta  con tres murallas defensivas de gran interés constructivo que muestran, claramente, la importancia que tuvo al estar situada en plenas vías de comunicación entre la Meseta castellana y el valle del Ebro.

Si bien se conocía por los lugares la existencia de la población, se da a conocer científicamente en los años 90 por el arqueólogo molinés J.A. Arenas y se comienza a excavar de manera sistemática en el año 2008, a cargo de las arqueólogas M.L. Cerdeño, T. Sagardoy y M. Chordá, gracias a las ayudas de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Gracias a estas excavaciones, se descubre parte de las tres murallas fortificadas, de enormes dimensiones, que rodean todo el poblado. Este descubrimiento permite también situarlo en torno a los siglos III-I a. de  C.

Destaca de manera llamativa el recinto interior de la fortificación, construido con sillares ciclópeos y que mantiene parte de la estructura de una gran torre exterior de más de 4 metros de altura. La muralla presenta diversos compartimentos rellenos de prietas y tierra y con tirantes que dan más consistencia, con una anchura media de unos dos metros. Se compone de varios elementos constructivos y los estudios de las arqueólogas señalan que está muy definitiva y es de un estudiado diseño, lo que demuestra que este poblado debió tener una gran importancia, poder y prestigio con respecto a otros lugares de la zona.

Las murallas segunda y tercera conservan todavía varias hiladas de piedra de unos dos metros de ancho y más de 1,20 de alto, hablando siempre de muralla de cajones, con piedras muy bien labradas. Las excavaciones también han sacado a la luz diversos restos cerámicos.

En el interior de estos recintos amurallados, todavía se ha excavado muy poco para tener un conocimiento competo de la poblado, pero sí han aparecido ya construcciones rectangulares. En su conjunto, las arqueólogas responsables de la excavación consideran que se  trata de un poblado muy poderoso en la zona, con una estructura inexistente en la comarca por su fortaleza y que podría datarse entre los siglos III y I antes de Cristo.

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Museo histórico y Centro de Interpretación de la cultura celtibérica

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El Museo Histórico y Centro de Interpretación de la cultura celtibérica de Cubillejo de la Sierra se ubica en el histórico torreón de los Ponce de León. El edificio, de carácter militar y defensivo, data de inicios del siglo Xlll, construido como torre vigía desde la que se dominaba un amplio territorio en la frontera del Señorío de Molina con Aragón. Está levantado sobre seguros riscos con piedra de sillería rojiza, característica de la comarca, y los muros de fuerte calicanto. En sus orígenes tenía tres pisos en el interior, construidos de manera sencilla con madera. Destacan en su fachada la inscripción de 1517, dando cuenta del paso de sus propietarios por el pueblo, y un escudo heráldico de la familia.

El museo histórico

Tras una brillante restauración del edificio en el año 2005 a cargo de la Asociación Cultural «Sierra de Caldereros», después de conseguir su cesión ya que era de propiedad privada, con apoyo del programa Leader comarcal, se creó el Museo Histórico de Cubillejo de la Sierra en el que se ofrece de manera muy didáctica y atractiva un recorrido documental y fotográfico de la histórica del pueblo, desde sus inicios hasta nuestros días, con un repaso a distintos momentos históricos que se han estudiado y recogido en el libro, también editado por la Asociación Cultural, “Cubillejo de la Sierra, historia, arte y sociedad”. Este museo pretende, fundamentalmente, dar a conocer a todos los emigrantes y especialmente a los jóvenes hijos de familias de emigrantes la historia del pueblo.

La ampliación del museo

En el año 2019, se ha inaugurado en el mismo edificio una ampliación del Museo como Centro de Interpretación de la cultura celtibérica, que permite conocer en profundidad los orígenes del pueblo en el que existe un castro celtibérico de grandes dimensiones, en el paraje conocido como Los Rodiles, y que cuenta con una enorme muralla defensiva ya descubierta.Además, el pueblo cuenta con otros restos de otro población romano y un cementerio visigodo, situados ambos a escasos metros de Los Rodiles y junto al arroyo de la Vega.

Este Centro de Interpretación de la Cultura Celtibérica cuenta con 19 vitrinas en las que se muestran reproducciones de cerámica, urnas funerarias, ajuares, fíbulas, monedas, espadas y otros restos encontrados en el yacimiento de Los  Rodiles, en el yacimiento romano de La Vega y en otros castros de la comarca.

La ampliación ha sido posible gracias al Geoparque de Molina de Aragón-Alto Tajo, que ha desarrollado todos los trabajos necesarios para poner en marcha el Centro de Interpretación, con ayuda del programa Leader de la comarca, los Museos de  Molina y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que han respondido así al esfuerzo de la Asociación Cultural «Sierra de Caldereros» por recuperar los vestigios históricos del pueblo, ahora una EATIM de Molina de  Aragón.

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La Arquitectura popular

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Cubillejo de la Sierra conserva extraordinarios ejemplares de casonas típicas de la arquitectura popular molinesa, en las que domina el uso de la piedra de sillería, arenisca roja o blanca propia de la comarca. Se pueden ver buenos ejemplares de construcciones de los siglos XVII y XVIII, con edificaciones muy grandes dotadas para los trabajos agrícolas, con dibujos artísticos en sus fachadas y materiales como la madera, cal producida en el propio pueblo, y teja árabe.

Si bien el pueblo ha sufrido como otros muchos de la zona los problemas de las reformas modernas, en esencia ha guardado el sabor popular de sus casas, corrales, huertos y construcciones agrícolas, y de hecho el trabajo de la Asociación Cultural restaurando con criterio los edificios públicos con la antigua fragua ahora Ayuntamiento y sede de la Asociación, el horno, el torreón o el denominado granero, ha hecho de las obras privadas se hayan ejecutado en los últimos años respetando el uso de materiales tradicionales: la piedra, la madera y la teja tipo árabe.

Merecen también una atención especial los trabajos que se hacían de rejería para los balcones y ventanas, por su originalidad y belleza.

Quedan, aunque la mayoría en ruinas, muchas construcciones agrícolas y ganaderas, como los numerosos pajares que existen en las eras del pueblo, parideras, huertos y cerradas, sin olvidarnos de los hornos de abejas y los muchos palomares que todavía se conservan en los alrededores del núcleo urbano.

En los últimos años, y gracias a la labor de la Asociación Cultural y el apoyo de los vecinos, se han recuperado emblemáticos edificios como el horno municipal, de principios del siglo XX y que cuenta con un espectacular horno de tipo árabe; el denominado granero o pósito, anexo a la iglesia parroquial, que estaba completamente derruido desde hacía décadas y ahora es una moderna y funcional sala de exposiciones, o la brillante restauración en este caso a cargo del municipio de las antiguas escuelas como centro social. 

En este sentido, también cabe mencionar las ermitas de La Soledad y de la Virgen de la Vega, dos sencillas construcciones tradicionales que han sido restauradas y siguen estando abiertas al culto religioso, con gran tradición en  Cubillejo de la Sierra.

La batalla de los Cubillejos en la Guerra de la Independencia

Benito Pérez Galdós cuenta en sus Episodios Nacionales un hecho histórico que acaeció a los pies de la Sierra de  Caldereros, en las inmediaciones de nuestro pueblo. Un hecho histórico muy importante en la Guerra de la Independencia no muy conocido sin embargo.

En 26 de octubre de 1811, se libró en los montes de Cubillejo de la Sierra una cruenta batalla que, a la postre, acabaría con la ocupación francesa de la ciudad de Molina. Los cronistas de la época cuentan como las tropas del valeroso guerrillero conocido como El Empecinado se enfrentaron con un cuerpo del ejército francés de más de 3.200 infantes, además de la caballería.

El día 26 se libró un duro enfrentamiento, con las tropas españolas al mando de El Empecinado y sus lugartenientes don Saturnino y don Vicente Sardina, quienes, según cuenta Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, esperaban ocultos en nuestra sierra al Ejercito francés procedente de Zaragoza al mando del general Mazzuchelli, que venía en apoyo de los franceses que ocupaban Molina.

Tal fue la dureza del enfrentamiento que se describen docenas de muertos en el lado francés y no menos de 150 entre los aguerridos españoles. Pero los franceses acusaron el golpe hasta el punto que fueron perseguidos durantes dos o tres días en las inmediaciones de Molina y Cubillejo y tuvieron que abandonar el alcázar molinés, no sin antes volarlo después de haberlo ocupado durante más de ocho meses.

La Junta General de Defensa que se había creado en Molina de  Aragón felicitó al Empecinado y a sus tropas por este éxito, aunque la Guerra de la Independencia significó un duro golpe para la ciudad molinesa, que fue incendiada y destruida casi por completo. Los pueblos y aldeas perdieron a cientos de hombres y la población de toda la comarca quedó diezmada durante décadas.

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